Sus Manos by Alfredo García Recuerda que Nifty necesita de tus donaciones para poder proporcionar estas estos hermosos relatos. http://donate.nifty.org/donate.html
Esta mañana de verano, apenas despierto, me estiro lánguidamente sobre las sabanas, siento como mi cuerpo se mueve, se ondula, se ofrece. No se bien como describir mi estado, pasivo, y a la vez excitado. Me arqueo lentamente, froto una pierna contra la otra, paso la punta de los dedos sobre mi pecho, noto a través de la suave tela mis pezones, me siento muy sensible y un dulce hormigueo recorre mis órganos sexuales. Pero mi pene no esta duro, y quiero sentirlo así. Por otra parte parece como si mi semen estuviera a punto de empezar a fluir lentamente a través de mi uretra, sin orgasmo, sin durezas, sin apenas presión. Mi cuerpo se deshace en esa sensación placentera, mezcla de tristeza, vulnerabilidad, y de entrega, entrecierro los ojos, y muerdo mis labios. Él duerme en la cama de al lado, no me atrevo a despertarle y pedirle que me acaricie, me da vergüenza que note hasta que punto necesito sus manos sobre mi cuerpo. Intento dormirme, pero no puedo, mi necesidad es como la de un drogadicto bajo los efectos del mono. Cierro los ojos, espero que algún tipo de telepatía vaya de mi mente a la suya, y que despierte y que note mi necesidad, y que tenga piedad de mi estado. Los minutos pasan muy lentos, y el deseo me consume. "Por favor despierta, échate en mi cama y acaríciame", imploran silenciosos mis labios, y como un matra, o una letanía, mi mente repite y repite, "despierta", "ven", "acaríciame", "te necesito", "despierta", "ven", "acaríciame", "te necesito", "despierta", "ven", "acaríciame", "te necesito", y no se en que momento me quedo dormido. Me despierto cuando una mano grande, calurosa y áspera, roza mi mejilla, mi rostro se vuelve buscando la caricia, luego la mano baja planeando, apenas rozando las puntas, los salientes, las formas. Siento como todo mi cuerpo tiembla, como mi corazón late con mas fuerza, y como se inicia un gemido en mi garganta, un gemido apenas audible, pero que surge de mi interior y se desborda a través de mi piel y de mi boca. Me siento ligero, flotante, y pulsante, anhelante de contacto físico, de caricias, de que su mano, sus manos, todo su cuerpo tome posesión de mi,... Disolverme en sus brazos, entregarme enteramente. Sentirme usado, sentir que mi cuerpo es querido, que es el objeto de placer de otro ser. Me dejo desnudar, colaboro, levantando los brazos, y las piernas. El aire fresco de la mañana, enfría mi piel, el vello de mi cuerpo se erecciona, también la punta de mis pezones. Boca arriba, tengo las piernas flexionadas y ligeramente abiertas, noto como el aire penetra entre ellas, mis testículos suben, mi pene se mueve lentamente llenándose de sangre, espero que la erección se detenga, no quiero tener el sexo duro, lo quiero pasivo, entregado, vulnerable. Ahora la mano grande, caliente y áspera, lentamente recorre mi cuerpo, apenas lo roza, pero me produce un placer delicado y exquisito que me hace temblar como una hoja bajo las brisas matinales.
Las mejillas, el borde de los labios, los pliegues del cuello, los brazos, los dedos de las manos. Intento no moverme, pero no puedo evitar los pequeños espasmos que de vez en cuando, agitan alguna parte de mi cuerpo. Cuando la mano roza mis pezones, mi pecho involuntariamente se levanta, buscando un contacto mas firme, una atención más permanente. Pero la mano me abandona, y mi cuerpo anhelante intenta adivinar el próximo lugar de contacto, rogando que no sea mi pene, pues no quiero sentirlo, el placer seria doloroso, y lo echaría todo a perder. Pienso que mi pene no esta completamente duro, me hago la ilusión que aunque hinchado de sangre, descansa pasivo sobre mi vientre, y que el líquido preseminal, no deja de fluir lentamente de su interior, formando un pequeño charco sobre mi piel. La mano acaricia mis pies, y me halaga, porque yo no los he considerado ni valorado como objetos de placer, luego sube entre mis piernas, separo mis muslos lo suficiente para sentir entre ellos el enervante contacto de la palma y el dorso, que sube sin prisa, hacia mi rincón mas intimo. Dedos grandes, calientes y ásperos, acarician ese lugar, y mis pequeñas y prietas esferas. Placer, placer, y placer, la sensación me satura, mi cuerpo esta a punto de explotar, mis gemidos ya son audibles, no se cuanto tiempo llevare gimiendo así, mitad lloro de un niño, mitad ronroneo de un gato. Los sonidos agudos y cortos unas veces, y otras profundos y graves, brotan de mi garganta, sin que yo pueda hacer nada por controlarlos, como tampoco puedo controlar el fluido que mana de mi uretra, o como los espasmos que recorren mi cuerpo. Ahora siento que mi mente se separa de mi cuerpo, el cual permanece sobre la cama alejado de mi voluntad, masa temblorosa y pulsante a punto de explotar. Oigo mis gemidos como si fueran de otra persona. Me voy tranquilizando, cada vez siento mi mente mas clarividente, pienso que lo comprendo todo, los porque de la historia de mi vida, el porque de mis deseos, el porque estoy aquí de esta manera. No soy culpable de nada, así es como soy y lo que esta ocurriendo y lo que va ocurrir es mi destino, y esta escrito en algún lugar desde el día que nací, y nada ni nadie lo podrá evitar. Siento como mi cuerpo es manipulado, y ahora vuelvo a el, y me meto dentro, pues además de mi cuerpo quiero entregar mi mente y mi alma, a ese placer profundo e insondable. Estiro mis piernas y mis brazos, y me ofrezco de espaldas, a las sabias manos de mi amante. Las cuales me toman ahora con fuerza y me aprietan contra su cuerpo fuerte y cálido. El contacto de su piel, y su olor me intoxican. Siento su pene duro y exigente apretando mis nalgas. No aguanto mas, deseo que me tome, anularme, fundirme entre sus brazos, giro mi cabeza buscando su boca, y sus labios húmedos y calientes toman posesión de los míos secos y fríos, y su lengua imperiosa me penetra y me domina. Ahora si, ahora yo si quiero participar, y tocar su cuerpo fuerte y cálido. Mis manos recorren su espalda y su cintura, y me apodero de su dura antorcha de fuego, la acaricio, la aprieto, la agito. Pero el no me deja, y bruscamente me aparta. "No aun no es el momento", me dice con voz grave, que no deja lugar a dudas. Confuso por el rechazo a mis caricias, me alejo y bocabajo hundo mi cara en la almohada. Pero sus manos vuelven sobre mi cuerpo, como si aun quedara una tarea pendiente, como si aun pudieran explorar más lugares, producirme mas placer. Una mano baja por mi espalda y se detiene sobre mis nalgas, la otra penetra debajo de mi cuerpo y me obliga a levantar la grupa, y a dejar que acaricie mis testículos. Después de unos segundos en los que intento tranquilizarme, la maquina de placer se pone de nuevo en movimiento. Un dedo grande, caliente y áspero acaricia mis labios, lo beso y acaricio con la punta de mi lengua, entra en mi boca, me toca por dentro, y yo lo chupo, y dejo que use mi boca, como si su dedo fuera un pene, y estuviera haciéndome el amor. Luego ese dedo lubricado por mi saliva, acaricia el sensible agujero de mi culo, y se insinúa dentro, y yo me abro para el, y mi cuerpo se estremece de placer cuando me penetra lentamente hasta el fondo, y allí se detiene, mientras con su otra mano continua las caricias por el interior de mis piernas, y por los pliegues sensibles de mi perineo. Mi grupa sube y baja al encuentro de la placentera penetración de su dedo. Me siento bien, muy bien, y quisiera paralizar este momento de dicha. Mi amante besa y mordisquea mi cuello, entre palabras de amor: "Mi gatito mimoso", "Mi dulce pequeño",
"Tus gemidos son para mi la música mas hermosa", "Goza mi pequeño, yo te daré todo lo que necesitas",
"Entrégate a mi, en cuerpo y alma". Vuelvo mi rostro hacia el suyo, y la punta de mi lengua acaricia sus labios, y ahora saca su dedo de mi culo, y vuelve a mi boca a por mas lubricante, y ahora son dos dedos los que llenan mi boca, y que como dos penes entran y salen, y que yo cubro de abundante saliva, pues conozco su destino, y me impaciento, y cuando por fin penetran mi ano, yo me abro todo lo que puedo, y gimo mas fuerte, y su boca ahoga mis gemidos, mientras su lengua toma posesión de mi boca, la lamo, la chupo, y trago su abundante saliva. Su otra mano, ahora por primera vez, acaricia mi pene, su caricia me resulta dolorosa, el lo nota y la retira, no sin antes recoger parte de mi abundante liquido preseminal, que lame y me hace probar. No puedo mas, necesito que me penetre mas, necesito que me haga daño, que me castigue, por lo malo que he sido, necesito sufrir como pago a todo el placer que obtengo, es justo que pague por el, nada es gratis, y menos que nada la felicidad. Ya están dentro de mi, tres y luego cuatro dedos, y luego otros cuatro de su otra mano en mi boca, y entran y salen de mi cuerpo, por los dos orificios. Mis gemidos se han convertido en una mezcla de risa y llanto, soy suyo en cuerpo y alma, sus dedos poderosos me follan sin piedad. Mi cuerpo se estremece, sudor frío, calor y fuego, quiero morirme de placer, disolverme entre sus manos. Una ola inmensa de placer me recorre. Explota mi cuerpo y mi mente en una burbuja de luz. Y la ultima imagen que percibo, antes de perder la consciencia, es la de dos manos, grandes y calurosas jugando con una pequeña bola de cristal.
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