Habitacion 218

By Alfredo Garcia

Published on Sep 5, 2015

Gay

Habitación 218

Por Alfredo García

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Primera parte.

Estaba en Londres intentando aprender un poco de ingles, y quizas la tesis doctoral. Vivía en un hostel de estudiantes, los estudiantes eran irlandeses, chinos, vietnamitas, tailandeses, iraníes, turcos, holandeses, españoles, mejicanos, hondureños, brasileños y de prácticamente todos los países asiáticos y africanos que en su tiempo formaron parte del Imperio Británico. El dinero que traje de mi país se me había acabado, la dirección del hostel me daba comida y cama, a cambio de que por las mañanas limpiase habitaciones de estudiantes. Por las tardes me dedicaba a pasear por el centro de Londres y a visitar museos, entonces eran gratis y además estaban calientes. Llevaba ya tres meses en Londres, solo y sin dinero. Un poco deprimido pero a la vez tranquilo, sin poder imaginar cual podía ser la salida de aquella situación. Normalmente los estudiantes tenían clases por las mañanas y las habitaciones estaban vacías a la hora en que yo pasaba a limpiarlas temprano en la mañana. Sin embargo algunas veces me encontraba que algún estudiante todavía continuaba durmiendo. La dirección del hostel me había pedido que incluso en esos casos limpiase la habitación. La limpieza consistía en barrer y fregar el suelo, limpiar el lavabo y vaciar la papelera. Me sentía muy cohibido cuando encontraba a alguien durmiendo y en esos casos procuraba acabar enseguida con la habitación haciendo el menor ruido posible y sin encender la luz. Había una habitación, la 218, que con mucha frecuencia estaba ocupada, era un estudiante negro y siempre estaba durmiendo, una de las veces note que se movía en la cama y que jadeaba, pensé que se estaba masturbando y rápidamente salí de la habitación. Desde entonces temía limpiar aquella habitación y siempre la dejaba para el final, con la esperanza de que ya estuviera vacía. En algunas ocasiones así era, pero en otras él continuaba en la cama. En una de ellas me pareció que él estaba desnudo, la habitación estaba a obscuras y yo nunca encendía la luz, me bastaba la luz que se filtraba por las rendijas de la persiana, de nuevo salí inmediatamente de la habitación. Al día siguiente igual, de reojo y en la penumbra vi que aunque estaba desnudo estaba de espaldas, esta vez me anime a entrar y vaciar la papelera. En los días sucesivos la situación se repitió, pensé que él dormía así, y que él no intentaba provocarme, perdí un poco el miedo y barrí el suelo, teniendo mucho cuidado en no acercarme a su cama. Al cuarto día me anime a mirar directamente al cuerpo sobre la cama. Estaba bocabajo la cabeza mirando hacia la pared, su cuerpo era grande y musculoso, la ancha espalda, el culo, las piernas, parecía una hermosa estatua de caoba, note que se movía, me asuste terriblemente, pensé que él estaba despierto y se había dado cuenta que yo le miraba, pues había dejado de hacer ruido con la escoba. Salí inmediatamente y cerré la puerta. El resto del día pensé en él, me había gustado ver su cuerpo desnudo. Yo nunca había pensado que me pudiera gustar el cuerpo de un hombre y menos el de un negro. Sin embargo me excite pensando en que lo acariciaba. Coincidió que aquella mañana también había encontrado debajo de una cama de un estudiante hindú, una revista pornográfica homosexual, la había hojeado muy rápidamente temiendo que alguien me pudiera descubrir, aquellas imágenes también me habían turbado y no sabia muy bien si me desagradaban o me agradaban. Por la noche me masturbe imaginando el cuerpo desnudo del estudiante negro. Al día siguiente entre en su cuarto con temor y no quise mirar hacia la cama mientras iba a vaciar la papelera, de vuelta vi que estaba desnudo, boca arriba y con una inmensa erección. Salí corriendo. Estaba claro que me estaba esperando y quería que yo lo viera así. La había visto la cara, tenía los ojos cerrados, pero no reconocía aquella cara entre los estudiantes del hostel, probablemente él solo dormía allí y no frecuentaba ninguna de las instalaciones del centro. Lo que no se me quitaba de la cabeza era la visión de su sexo inmenso y brillante. Por la tarde pensé en que me hubiera gustado acariciárselo, con mis manos, con mis mejillas, con mis labios. Ya de noche y terriblemente excitado me masturbe dos veces seguidas, pensando en ello. Y me prometí no volver a entrar en la habitación cuando él estuviera en ella. Al día siguiente mantuve mi promesa y no entré, pero al siguiente no pude aguantar la tentación de volverle a ver y entre. Estaba de espaldas, me sentí muy contrariado de no poder ver su hermoso pené. Me fui pensando que él ya no quería nada de mí. Tenia que hacer algo para demostrarle mi interés. Al día siguiente a pesar de mi miedo, me acerque a la cama. Él estaba desnudo de espaldas, yo me quede quieto mirándolo, él se movió como en sueños y lentamente se puso boca arriba, a pasar de mi temor me mantuve quieto mirándolo, mire su cara, sus ojos estaban cerrados, mire su sexo, no estaba completamente erecto, pero lentamente bajo mi mirada se fue enderezando hasta alcanzar su máximo esplendor. Note que a pesar de mi miedo mi pené también se ereccionaba. Entonces me pareció que sus brazos comenzaban a moverse y salí rápidamente de la habitación. Después pensé que había hecho mal y que quizás él estaba despierto y que lo había preparado todo para mí, y que se podría haber sentido molesto por mi rápida huida. Estuve toda la tarde excitado, esperando que llegase la noche y que mi compañero de habitación se durmiese para poderme masturbar pensando en él. Estaba claro que yo quería acariciarlo, pero tenia terror a que el quisiera hacer lo mismo conmigo, y hacerme incluso otras cosas mucho peores que acariciarme, cosas que yo no acababa de concretar bien. Por otra parte mi terror quizás solo era una defensa inconsciente frente a mis auténticos deseos. No dormí bien aquella noche. Al día siguiente fui dispuesto a todo, mire hacia la cama y estaba vacía. Me desespere, quizás él ya no me volviera a dar una nueva oportunidad. Aproveche su ausencia para explorar sus cosas. Libros de economía, una fotografía en la que estaba él, con una hermosa joven de su raza y un niño y una niña. Todos tenían ropas de verano y sonreían, él miraba directamente a la camara, su rostro era hermoso y su mirada intensa, parecía mas joven que ahora. Me acerque a la cama desecha, pase la mano sobre la sabana donde había descansado su cuerpo desnudo, acerque mi cara para sentir su olor. Sentí como mi pené sé erecionaba rápidamente. Definitivamente tenia que hacer algo, lo necesitaba intensamente. Durante los dos días siguientes no durmió allí. Pensé que quizás se había ido definitivamente, sin embargo me tranquilice al ver que sus cosas todavía estaban allí. Cuando abrí la puerta de su habitación el tercer día note inmediatamente que él estaba allí, mi erección comenzó inmediatamente. Vacié la papelera, él estaba desnudo, la cara hacia la pared. Comencé a barrer la habitación mirándolo de vez en cuando, me decidí a acercarme a su cama el como la otra vez giro lentamente su cuerpo, sus ojos estaban cerrados, mire como su sexo se erguía lentamente. Deje de barrer y me quede quieto mirando hipnotizado su pené erecto y brillante, acerque lentamente una mano hacia él, entonces mire su cara y para mi horror vi que tenia los ojos abiertos y que me miraba con la intensa mirada de la fotografía, mientras iniciaba una sonrisa. Mi mano se paralizo, hice un movimiento intentando huir rápidamente, pero él sujeto mi muñeca con su mano de hierro, intente soltarme, pero fue inútil, me arrastro encima de él, me retorcí con todas mis fuerzas intentando escapar, pero no podía hacer nada, su otra mano cubrió mi boca haciendo imposible que gritase. Durante un rato intente zafarme de su abrazo, pero era inútil y poco a poco me fui quedando quieto. Entonces empecé a notar su cuerpo aprisionando el mío, él me tenia cogido por detrás, notaba la dureza de su sexo sobre mi culo, del que solo separaba la tela de mi pantalón. Permanecimos los dos quietos durante unos minutos, yo me tranquilice un poco, y pensé que quizás no me haría daño, que tan solo quería acariciarme. Efectivamente al poco, soltó mi muñeca y apretó mi cuerpo junto al suyo, y con su mano libre comenzó a tocar todo mi cuerpo por encima de mi ropa. Su forma de tocarme era intensa y buscaba medir y valorar todas mis formas. Luego me desabrocho los pantalones y me los bajo hasta las rodillas, hizo lo mismo con los calzoncillos, esta vez yo colaboré levantando un poco mi cuerpo. Me volví a apretar junto al, ahora ya si notaba directamente su piel sobre la mía, entonces me relaje del todo y me abandone a su abrazo. Después de unos minutos en esta posición, él aflojo lentamente la mano que cerraba mi boca, de forma que ahora tan solo rozaba mis labios. Desabrocho mi camisa, y entonces comenzó a acariciar las partes de mi cuerpo desnudo. Sus dedos ahora se movían muy suaves sobre mi, se había apartado un poco y su sexo apenas rozaba mis nalgas desnudas. Pensé que él me necesitaba, que echaba de menos a aquélla hermosa joven de la fotografía, y que en su imaginación yo era ella, me sentí halagado de que le gustase acariciar mi cuerpo. Ahora la punta de sus dedos acariciaba mis pezones con infinita delicadeza. Entonces me convencí que no me iba hacer daño. Después comenzó a hablarme con voz grave y la vez tierna en un idioma que yo desconocía, imagine que me decía que le gustaba mi cuerpo, que me quería hacer feliz, que no me preocupara de nada. Entonces note que mi pené comenzaba de nuevo a ereccionarse. Su mano grande y fuerte acariciaba mis piernas, las abrí para que el pudiera acariciar la parte interior de mis muslos, sus dedos acariciaron mis testículos y mi pene erecto, sentí no tener en su lugar el sexo que yo pensé que el estaba imaginando, el de su hermosa mujer. Yo no podría darle el gusto que el necesitaba. Él ahora acariciaba mis nalgas e insinuaba un dedo entre ellas. Entonces me puse rígido ¿Qué es lo que pretendía? Eso no podía ser, era imposible, ¿como no se daba cuenta? Entonces pareció aceptar la evidencia y abandono la caricia. Ahora me volví de frente y le mire directamente a los ojos, su sonrisa me tranquilizo, agradecido, bese su mejilla. Él entonces bajo la mirada hacia su sexo, entendí lo que pedía de mí, y lo cogí con mi mano, no lo podía abarcar entero. Entonces oímos como la encargada de limpieza me llamaba, acercándose rápidamente por el pasillo hasta la puerta de la habitación. Él se levanto de un salto y cerro la puerta antes de que ella pudiera sospechar que yo estaba allí dentro. Volví a la cama y me apretó contra él, me deje besar en los labios sin atreverme a devolverle el beso. Le dije que me tenia que ir, pues la encargada de la limpieza me estaba buscando, él acepto que me fuera con la condición de que volviera por la noche a partir de las diez de la noche, después de la cena. Le prometí que así lo haría. Ya fuera de la habitación pensé en que no debería ir, pues seguramente iba a intentar penetrarme, y me haría un daño horrible y yo no iba a poder resistir el dolor. Toda la tarde la pase dudando sobre ir o no ir a la cita. Cuando recordaba lo que había pasado inmediatamente mi pene se ponía en erección. Por otra parte deseaba acariciar y besar su pené y que él me estrechara en sus brazos y me tocase. Se había portado muy bien conmigo y parecía un hombre bueno, intentaría satisfacerle evitando que él me penetrase. Aprovechando que aquella tarde mi compañero de habitación no estaba, me estuve masturbando pero sin llegar a correrme. A pesar de que no me agradaba nada lo de la penetración anal, probé con un dedo y un poco de mantequilla, al principio me molestaba, pero luego me acostumbre, me excitaba pensar me lo podía hacer como si yo fuera una chica, y mi ano fuese un coñito lubricado, estrecho y caliente. Luego probé con dos dedos, me dolió un poco al principio pero después me comenzó a gustar, llegaba hasta acariciarme la próstata, mis dedos entraban y salían con facilidad, y mi pene erecto no dejaba de producir liquido preseminal, recogí parte con un dedo y me lo lleve a los labios, nunca había hecho eso, me gusto el sabor, pensé que me gustaría que él se corriese en mi boca. Luego fui a las duchas comunitarias, quería estar limpio, aunque aun no sabia si iría a la cita. En la ducha había dos chicos desnudándose, yo siempre me iba a duchar cuando pensaba que no había nadie, sentía vergüenza que me viese alguien desnudo, pensé en irme, pero al final comencé a desnudarme. En el momento de quitarme el slip mire hacia ellos, me estaban mirando sonriendo y hablando entre ellos, tenían los penes semierectos. Me puse rojo de vergùenza y camine deprisa hacia la ducha notando que también mi pené comenzaba a endurecerse. Comencé a ducharme dándoles la espalda. Me sentía completamente vulnerable y eso me excitaba, mi pené ya estaba completamente erecto, volví la cabeza por encima del hombro ellos seguían mirándome mientras se masturbaban. Afortunadamente para mi entro gente en las duchas y ellos se fueron también a duchar, aproveche la ocasión para secarme y salir rápidamente de allí. A las diez en punto estaba llamando a la puerta de la habitación 218, con la ropa limpia y recién peinado. Nervioso como una adolescente en su primera cita. Él me recibió con una sonrisa tranquilizadora, envuelto su cuerpo desnudo en una bata de baño blanca. Mientras él cerraba el pestillo de la puerta yo me quede en mitad de la habitación sin saber que hacer. Él se situó detrás de mí, y mientras sus labios besaban mi cuello, comenzó a desabrocharme el pantalón. Yo entonces estaba completamente entregado, pero paralizado. Me quito a la vez los pantalones y el slip, mi pené salto libre y erecto, levante los pies para que retirara la ropa. Me desabrocho la camisa y comenzó a acariciarme los pezones. Me hubiera caído si su cuerpo no sujetase por detrás, debía de haberse abierto la bata pues note su pené desnudo sobre mi espalda, él era bastante mas alto que yo y también más fuerte. Seguía mordisqueando mi cuello, su lengua acariciaba mis orejas. Insinuo su pené entre mis muslos, y yo enseguida abrí las piernas para acogerle entre ellas, intente acariciarlo con la cara interior de mis muslos. Entonces me dio la vuelta frente a él, tomo mi mano y rodeo con ella su inmenso pené erecto. Inclino sonriendo su cara sobre la mía, y fui yo el que acerco mis labios a los suyos, me abrazo contra él y me beso, penetrándome con su lengua. Cuando sacio su sed de mi boca se retiro para mirarme fijamente a los ojos, yo me ruborice y volví a besarle, introduciendo delicadamente mi lengua entre sus labios y dejando que él me la chupase. Luego me llevo hacia una silla, donde hizo que me sentase encima de su regazo, de espaldas y con su pené entre mis piernas. Su enorme miembro sobresalía entre mis muslos llegando su glande a la altura del mío, mi pené que es bastante grande parecía pequeño a su lado. Una de sus grandes manos rodeo juntos nuestros dos miembros, mientras la otra acariciaba todo mi cuerpo desnudo. Otra vez comenzó a hablarme dulcemente en aquella extraña lengua. Nunca en mi vida me había sentido tan feliz como ahora envuelto en sus brazos y caricias. Sabia que él echaba de menos a su hermosa mujer, y yo deseaba sustituirla lo mejor posible. En su larga letanía de amor, a veces intercalaba palabras en ingles que yo podía entender, my dear, my sweet boy,...Así me di cuenta que él me deseaba a mi, a mi por mi mismo, como un chico, que mi cuerpo era el que levantaba toda su inmensa pasión, me sentí muy halagado y feliz, y volví mi cabeza para besar apasionadamente sus labios. Me sentí querido y deseado y decidí entregarme completamente a él y que hiciera conmigo lo que quisiera. Su cálida mano masturbaba simultáneamente nuestros dos penes, por sus puntas se desbordaba nuestro líquido preseminal. Él recogió con uno de sus dedos un poco de nuestra miel de amor y lubrico con el mis labios, metió el dedo en mi boca y yo lo chupe con avidez. Me hizo poner en pie, con una mano cogio mis testículos, y la otra acaricio mi culo, el dedo lubricado por mi saliva busco la entrada de mi cuerpo. A pesar de que yo estaba dispuesto, su dedo grande me lleno como si fuera un pené, gemí de placer y dolor, y él ahogo mis gemidos con sus beso. Ahora de frente la punta de nuestros sexos también se besaban y al igual que nuestras lenguas intercambiaban saliva, ellos intercambiaban nuestros fluidos de amor. Su dedo me hacia el amor, y no pude aguantar más y todo mi semen salio a borbotones cubriendo de blanca nieve la punta inmensa de su miembro de caoba. Entonces saco el dedo, y coloco la punta blanca sobre mi dilatado agujero. Intento penetrarme, yo aterrado intente zafarme de su brazo, pero él no me dejo escapar, puso como la primera vez una mano sobre mi boca para sofocar mis gritos, y comenzó a penetrarme. Yo me sentí morir, el daño que me hacia era horrible, las lagrimas brotaban de mis ojos, y comencé a llorar. Finalmente note que estaba completamente dentro de mí. Yo no podía soportar el dolor, intente apartarme, clave mis uñas en su piel, intente morderle. Pero el no aflojaba su abrazo mortal. Me rendí, e intente relajarme, poco a poco el dolor se fue haciendo mas soportable, respire con fuerza, mi corazón latía a cien, y notaba también el latido de su corazón a través del pené que me traspasaba. A continuación comenzó a moverse dentro de mi, poco apoco el dolor fue desapareciendo, comencé asentir placer, un placer que nunca había sentido. Me sentía pleno, maravillosamente lleno de vida. La transformación había sido completa, me sentí un hombre nuevo, feliz y purificado de todo mal. No podía creer lo que estaba pasando, él entraba y salía dentro de mi. ¡Me estaba haciendo el amor!, ¡me estaba follando!, y yo lo aceptaba y me abría para él. Me sentía feliz y quería que aquello no terminase nunca. El noto el cambio que se había operado en mi, y comenzó de nuevo a susurrarme palabras de al oído, palabras que yo no entendía, pero que imaginaba de amor. Me entregue de nuevo a el, mi cuerpo iba al encuentro del suyo, en la comunión de las sucesivas entradas y salidas. Mi pené se había vuelto a poner erecto, y él acariciaba suavemente mis testículos. Sucesivas olas de placer recorrían mi cuerpo, una sensación nueva de plenitud me llenaba, ahora lloraba de felicidad. Nunca pensé que algo tan sencillo podía ser tan hermoso. Mi ano ya no era mi ano, sino el altar del amor, un lugar para dar y recibir placer. Le pedí que me diera con mas fuerza, y él me monto con mas violencia, volví mi cara para ofrecerle agradecido mi boca, mientras hundía su lengua en ella, mi pené lanzo sus exilir de amor, sin ser tocado, solo impulsado por las embestidas de mi amante. Recogió parte de mi semen con su mano, y me lo ofreció, para que yo pudiera saborearlo. Las contracciones de mi ano provocaron su orgasmo. Note como aumentaban el tamaño de su miembro, y todas y cada una de las contracciones que llenaron mi cuerpo con su caliente y abundante semen. Después de esto, sin sacármela, me levanto en el aire y me llevo sobre la cama, donde quedamos ambos exhaustos y felices. Así estuvimos unos minutos inmóviles hasta que nuestra respiración se regularizo. Gracias, es lo único que pude articular, besando su mejilla, la cabeza me ardía, seguramente tenia fiebre, me sentía como drogado. Quería que aquello no acabara nunca. Note que su sexo volvía a alcanzar su máximo esplendor, el mío también se puso erecto. Se movió dentro de mí, y note como su abundante semen lubricaba mi dolorido pero feliz nido de amor. Me giro sobre mi mismo, y me tomo de frente. Ahora yo podía ver su cara y acariciar con mis manos su pecho. Esta segunda vez me follo durante casi media hora y con solo pequeños descansos. Al final nos corrimos juntos mirándonos a los ojos, y yo sentí que él me amaba tanto como yo a él. Tres horas mas tarde salí de la habitación 218, estaba muy cansado pero también muy contento. Era un hombre nuevo, había descubierto un paraíso de felicidad de una forma casual e inesperada, y estaba dispuesto a volver a el siempre que pudiese. Así lo hice las noches siguientes, él me había dejado una llave de su habitación y yo le esperaba ya desnudo bajo las sabanas. Él compro para mí una crema lubricante, y aunque al principio siempre me dolía un poco, no me importaba pues sabia que pronto llegaba el inmenso placer de ser poseído. Aquellos días hicimos todo lo que el amor nos pedía, caricias y besos con las manos, con los labios, con la lengua, con los penes, penetraciones dulces y penetraciones violentas. Escenificaciones de violentas violaciones, y también de dulces seducciones. Cada día inventábamos algo nuevo para mantener vivo el fuego de nuestra pasión. Me hizo vestir ropa interior femenina, y me hizo pasar por su novia, su esposa, su hermana, su hija y hasta su madre. Apenas hablábamos solo lo imprescindible, él no sabia nada de mi vida pasada, ni yo de la suya. No hacia falta, nosotros estábamos creando un nuevo mundo. Una noche llego una hora tarde, cuando yo ya me había levantado de la cama y me iba a vestir para marcharme. Llego con un amigo, los dos parecían algo bebidos y reían. Intente vestirme rápidamente, pero él me sujeto mientras riendo comentaba algo sobre de mi, a su amigo. Yo no entendía nada pues le hablaban en su extraño idioma. Yo estaba muy enfadado con él, por haber profanado nuestro amor, dejando que su amigo conociera nuestro secreto y, permitiendo incluso que me viera desnudo. Su amigo era un gigante, bastante mayor que él, y con una cara un tanto brutal. Sin embargo aquel monstruo me sonreía, acariciándose su enorme pené a través del pantalón. Me explico que era un tío suyo, que trabajaba en los muelles de Londres, que había dejado a su familia en su país, y que no hacia otra cosa que trabajar para ahorrar dinero y poder mas adelante alquilar una casa y traerse a toda su familia. Me dijo también que estaba muy solo y que llevaba más de un año sin estar con ninguna mujer. ¿Me estaba insinuando que me ofrecía a aquel bruto? Intente de nuevo irme. Me lo impidió de nuevo, me dijo que me tranquilizase, que había hablado a su tío de lo feliz que era conmigo y que solo quería presentarme. Me dijo que le diera un beso en la mejilla a su tío, que ese era el saludo familiar, que no me preocupase por estar desnudo, que en su tierra casi siempre estaban desnudos y que a nadie le preocupaba. Mire hacia su tío, había dejado de tocarse el pene aunque se notaba claramente su erección debajo del pantalón, también había dejado de sonreír y su cara expresaba una enorme tristeza y una profunda pena. Me dirigí lentamente hacia él, al principio mirándole directamente a los ojos, su mirada comía mi cuerpo desnudo, note el movimiento involuntario de su pené y baje la mirada hacia el suelo. Me pare junto a él, mucho mas alto que yo, me sacaba casi la cabeza, subí las brazos hacia su cuello y poniéndome de puntillas, roce con mi mejilla la suya, su barba de tres días me pico, pero note su piel caliente, frente a la mía fría, mientras cambiaba hacia la otra mejilla, note una de sus grandes y rudas manazas rozando el final de mi espalda y el principio de mis nalgas. También sentí como mi pené se erguía rápidamente. Pensé que mi amante se podría poner celoso si veía mi excitación, volví mi cabeza para mirarle. Su sonrisa asintiendo, y la desconsuelo de aquel gigante me animo hacer algo inconcebible, con una mano acaricie su pené a través del pantalón, con la otra comencé a desnudarlo, mientras mis labios buscaron los suyos. Él acariciaba mi cuerpo con suavidad como si temiese romperlo. Saque su pené monstruoso, lo sujete con todo el brazo mientras mis dedos sopesaban sus enormes testículos. Mordisquee con cuidado sus pezones erectos. Finalmente me puse de rodillas para adorar aquel magnifico miembro, del cual manaba la espesa miel de la masculinidad. Solo pude lamer un poco, pues enseguida note una potente contracción, y una ráfaga de liquido denso y caliente cubrió mi cara, rápidamente me levante para recibir las cálidas descargas sobre mi excitado pené, el cual a su vez soltó su miel de pasión. Entonces un golpe terrible me tiro por el suelo. Mi amante nos gritaba muy enfadado a su tío y a mí. Su tío se fue lo mas deprisa que pudo. Me tiro boca abajo sobre la cama. Sujetándome violentamente por el pené y los testículos, levanto mi culo hacia su boca, me lamió la raja y me metió la lengua, a continuación y sin mas lubricación me penetro de un solo golpe interminable, me hacia daño en los testículos, y el culo me dolía. Pero me sentía feliz, por el hecho de que se hubiera puesto tan celoso. Eso mostraba la intensidad de su amor. Se corrió en mi dos veces seguidas, como una bestia en celo. Después se quedo como muerto. Yo le hablaba y el no me respondía. Le pedí perdón, lo acaricie, le cubrí de besos y él comenzó a llorar como un niño. Fue cuando me di cuenta, que él no solo estaba celoso de su tío, sino también de mí. Quizás a él le hubiera gustado estar en mi lugar. Pensé que quizás le haría feliz si yo le penetraba. Me arriesgaba a que me matara de un golpe. Aprovechando que estaba boca abajo, acaricie sus nalgas fuertes y hermosas. Luego pase toda mi mano por su húmeda raja, comenzó a gemir, me anime a besar su rosado orificio. Sus gemidos aumentaron cuando mi lengua le penetro, lo cubrí de lubricante, le hice acostumbrarse a mis dedos, note como movía la pelvis buscando la penetración, también note su tremenda erección. Era el momento de la verdad, mi pené es grande, aunque no tanto como el suyo, sabia que le iba a doler, pero también sabia, que luego iba a entrar en un paraíso, que calmaría toda su pena, y le llenaría de felicidad. Le penetre lentamente, haciendo descansos, para que él tuviera tiempo de acomodarme. Unos minutos después, ambos nos movíamos juntos y la maquina del amor funcionaba a la perfección. Profundamente agradecido, me ofreció sus labios. Recordé lo que yo había sentido la primera vez, y le folle con fuerza. Él lloraba de alegría cuando comencé a llenarle con mi semen, y el descargo su masculina miel por tercera vez aquella tarde. Un nuevo ser había descubierto el otro hemisferio de la sexualidad masculina. Al día siguiente salimos por primera vez juntos a la calle. Él no quería volver a ver a su tío. Sin embargo su tío parecía que si quería verme a mi, mi di cuenta que nos seguía....

Segunda parte.

Unos días después del incidente con su tío. Mi hermoso amante me dijo que ya tenia el billete de avión y que volvería a su país la semana siguiente. Los días que siguieron le note muy nervioso, no sabia que pasaba por su cabeza, pero parecía que ya no quería estar conmigo. La noche antes de irse me acerque a su habitación, con caricias intente excitarlo, provocar su deseo, necesitaba que me hiciera el amor, pero él me rechazo con brusquedad, parecía enfadado conmigo, y acabo llamándome marica. Parecía avergonzado de lo que había ocurrido entre nosotros, ahora que tenia que volver con su mujer, con su familia, con sus los amigos, y con toda su vida pasada, quería borrar todo lo ocurrido conmigo. Como si yo fuera el culpable de todo lo sucedido, yo lo había seducido, manipulado, engañado. Me sentí muy mal, los ojos se me llenaron de lagrimas, en un ultimo intento de reconquistar su afecto, intente acariciar su mejilla, un fuerte manotazo me hizo desistir. Aquella noche en mi habitación llore de rabia y de impotencia, pensé que quizás era verdad, que yo fuera el responsable de todo, entonces recordé los primeros días, las mañanas en las que casi a obscuras, yo limpiaba su habitación mientras él dormía, mi excitación, mis temores, como poco a poco crecían en mi deseos de acariciarle y de que me acariciase. ¿Quien inicio aquello? ¿Quien lo provoco? Pensé que estaba claro que había sido yo el seductor, aunque aquellos días yo tuviera la convención de que había sido justamente lo contrario. De ello se deducia que yo era homosexual, yo era marica, ya desde antes de conocerle a él, él solo fue el pretexto para que afloraran esos impulsos profundos, que seguramente habitaban en mi desde mi mas tierna infancia, sin embargo salvo con él yo nunca había deseado estar con ningún hombre, podía hacer la lista de las chicas que me habían gustado, de las que me había enamorado. También era cierto que nunca había tenido contacto físico con ninguna chica, a pesar de mi edad, ni unas caricias ni un beso. Al día siguiente a primera hora de la mañana vino despedirse a mi habitación. Me pidió un favor, tenia que ir a ver a su tío para entregarle un paquete con cosas que no se podía llevar a su país, también me dio una carta con su dirección. Finalmente se despidió apresuradamente, ni un beso, ni un abrazo, solo una caricia del dorso de su mano sobre mi mejilla, y entonces y por unas décimas de segundo creí ver en sus ojos un brillo de afecto y ternura hacia mi, eso fue todo. Los días siguientes me replantee mi vida, ¿Qué hacia yo en Londres? Solo, sin amigos, sin un trabajo serio, sin ningún proyecto, estaba ya claro que allí no iba a hacer ninguna tesis, que sin relaciones sociales mi pésimo ingles no iba a mejorar. Yo también tenia que volver a mi país, y recomponer mi vida. Además quizás yo tampoco fuera marica, y que todo podría interpretarse, como algo natural entre dos hombres heterosexuales, a los que la soledad en un país extraño y hostil, les había empujado a esas relaciones para combatir su falta de afectividad, y de necesidades sexuales no satisfechas. Pero que iba hacer con el paquete y la carta, ¿se las llevaría a su tío? Recordaba la ultima vez que lo había visto, siguiéndonos por la calle, y como me había sentido excitado a la vez que alagado por su interés por mi. También recordé la escena en la habitación 208, en la que le provoque y como en unos segundos nos eyaculamos los dos de forma explosiva, y también la consiguiente violenta reacción de mi amante. Me daba una enorme vergüenza el tener que volver a verle, por otra parte solo pensar en lo que podía ocurrir si me volvía a encontrar con él a solas, me proporcionaba una inmediata erección, y ello a pesar del tremendo miedo a lo que conmigo podía hacer.

Durante dos días intente resistirme, pero finalmente me encontré caminando una tarde hacia Camden Town, que era el barrio donde vivía su tío. Aunque llevaba conmigo la carta y el paquete, pensé solo en investigar donde vivía y con quien, y ya vería mas adelante si me encontraba con él. La dirección correspondía a una casa vieja y destartalada. Ya había anochecido, era una callejuela estrecha, por allí solo se vivian hombres negros, junto a la puerta había tres de ellos, cuando me vieron acercarme dejaron de hablar, tenían realmente mala pinta, tuve miedo y pensé en darme media vuelta, pero quizás hubiera sido peor, al pasar junto a ellos uno de ellos me dio un palmetazo en el culo, me volví asustado sujetando fuerte el paquete.

“Si me enseñas lo que llevas en el paquete, yo te enseño lo que tengo aquí” me dijo frotándose el pene a traves del pantalón. Me aleje apresuradamente. Cuando doble la esquina, respire fuerte y decidí que no volvería por allí. Unos segundos después note una mano sobre mi hombro, me volví otra vez dispuesto a echar a correr, allí estaba el tío de mi amante.

“Que haces por aquí?”, su sonrisa me tranquilizo, realmente era un hombre fuerte y grande, y esta vez no me pareció feo y estaba bien afeitado, iba vestido con un mono azul, seguro que volvía del trabajo en los muelles. Le explique que su sobrino había vuelto a su tierra y me había encargado entregarle el paquete. Me dijo que le acompañara hacia su casa, que me invitaría a una cerveza, intente disculparme con el pretexto de que se me hacia tarde. Insistió poniendo una de sus enormes manos sobre mis hombros, un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo, a la vez que note como mi pene comenzaba a ereccionarse, trague saliva, y me deje llevar hacia su casa, mientras caminábamos su mano seguía sobre mi hombro, y mi erección continuaba creciendo. Frente a la casa, los tres hombres nos miraban, yo creo que vieron el bulto de mi pantalón, pero no se atrevieron a decir nada, y saludaron respetuosos a mi imponente protector, el cual paso de largo sin contestar su saludo.

Su casa era una habitación, con una cama, un armario, una mesa con dos sillas, una pequeña cocina en la misma habitación y un minúsculo baño con una ducha. Sin embargo todo parecía limpio y ordenado. Ya dentro le entregue el paquete, se disponía a abrirlo, cuando recordé la carta, me la saque del bolsillo y se la di, la abrió inmediatamente, vi como sonreía mientras la leia, luego me miro fijamente a los ojos y sin dejar de sonreír acaricio con el dorso de su mano mi mejilla, me intente apartar mientras balbuceaba ruborizado una disculpa para irme. “No te vayas, te quiero invitar a cenar, por haberme traído el paquete, no tardare nada”, abrió dos cervezas y me ofreció una. Mientras preparaba la cena, me pregunto por mis estudios, por mi familia, por mis proyectos. Me tranquilice, me pareció un hombre inteligente y sensible, quizás no me desease. Pero porque sonreía mientras leia la carta?, y que había en el paquete el cual no había abierto?, quizás la carta hablaba de mi y sobre el contenido del paquete. Quizás explicaba cosas intimas sobre mi sexualidad, y le pedía que fuera mi nuevo amante, y el paquete que contenía? Si, sin duda, el paquete debía de contener la ropa femenina, que mi antiguo amante había comprado para mi, y que en ocasiones me hacia vestir. El solo pensarlo me provoco una erección indomable, intente colocarme el pene, y justo en ese momento se volvió y vio mi gesto, sonrío y yo me puse rojo de vergüenza. Note como él también se recolocaba el pene, que ostensiblemente deformaba su pantalón. Sin embargo siguió hablando como si no pasara nada. Nos sentamos a la mesa y abrió una botella de vino para acompañar la tortilla que acababa de preparar. Yo no quería tomar vino, porque no estaba acostumbrado y la cerveza ya se me había subido un poco a la cabeza. Me dijo que no podía rechazar su invitación. Sirvió una par de vasos, y durante la comida también me contó parte de su vida: que esperaba poderse traer a su familia a Londres, a sus mujer, a su hijo que era de mi edad y a dos hijas mas pequeñas. A el segundo vaso de vino yo ya estaba un poco mareado. Acabamos la comida, y después saco una pipa, y me invito a fumar con el, dijo que era un tabaco especial, pero a mi me olía a marihuana, nos sentamos en la cama, la cabeza me daba un poco vueltas, pero intente controlarme, y no tragar el humo de la pipa, pero eso daba igual, la habitación ya estaba cargada. Yo ya entonces sabia que esa noche ya no saldría de aquella habitación. Entonces fue cuando puso una de sus grandes manos sobre mi pierna y otra sobre mis hombros, me quede quieto, paralizado, fui incapaz de volver mi cara y mirarle a los ojos, estaba temblando, el corazón me iba a estallar.

“Tranquilízate, no te voy hacer daño”, me dijo mientras me apretaba contra su pecho. Así estuvimos unos minutos, y yo poco a poco me fui tranquilizando, respire con fuerza. Luego quito la mano de mi rodilla, y muy lentamente comenzó a desbrochar la camisa, trague saliva, y de nuevo contuve la respiración. Su mano grande y calurosa toco mi pecho desnudo, de nuevo mi corazón parecía que iba a saltar de mi cuerpo, la presión de su mano quieta sobre mi corazon hizo que poco a poco recobrara su ritmo. La punta de sus dedos rozaron mis pezones, comencé a gemir. Una inmensa ola de placer me cubrió, apoye me cara contra su pecho. Su mano levanto mi barbilla y me hizo mirarle a los ojos, su mirada seria me penetraba, intente girar la cabeza, pero el no me dejo, sus labios se acercaron a los míos hasta apenas rozarlos, no pude soportar la espera y los junte a los suyos, su lengua húmeda recorrió mis labios resecos. Estaba superexcitado, no entendía porque prolongaba mi agonía con su lentitud exasperante. De repente me hizo poner de pie entre sus piernas, y rápidamente me desnudo entero: zapatos, calcetines, y cuando por ultimo me quito el slip, mi pene erecto salto como una resorte. Sus dos manos comenzaron a acariciarme, una por delante y la otra por detrás, prácticamente todo mi culo lo abarcaba con un sola mano, la otra envolvía mi pene y testículos. Sus grueso labios mordisquearon mis tiernos pezones, un dedo grande como un pene penetro mi boca, mi lengua lo acaricio, chupo y lubrico, un momento después la punta de ese dedo se insinuaba en mi ano, abrí las piernas, entro un poquito en mi y luego lo retiro poniéndose de pie. Me hizo sentar sobre la cama, y comenzó a desnudarse, doblando y colocando ordenadamente sus ropas sobre una silla. Su cuerpo era imponente y musculoso, su piel oscura y tensa brillaba, el vello negro y rizado sobre su pecho y muslos, y la forma de su pene erecto destacaba obsceno bajo sus blancos calzoncillos. Ahora era él, él que estaba de pie entre mis piernas abiertas, claramente esperaba que yo acabase de desnudarlo. Baje su slip, su pene de ebano quedo desnudo ante mis ojos. La punta de mis dedos comenzaron a acariciarlo, mientras mi mirada se quedaba hipnotizada por el hermoso órgano. Lo acaricie con mi mejilla. La raja sonrosada del glande rezumaba liquido preseminal, una de mis manos sujeto el miembro por la mitad, aunque mis dedos no lo rodeaban completamente, la otra acaricio sus enormes y sedosos testículos, y con la punta de mi lengua lamí el liquido, pero enseguida volvió a llenarse la hendidura. Entonces él me levanto y me rodeo con sus fuertes brazos, yo enlace los míos alrededor de su cuello, mi cabeza se inclino hacia arriba buscando sus labios. Nos besamos profundamente, su lengua y la mia, nuestros cuerpos se frotaron con pasión, mi pene sobre uno de sus muslos, el suyo a la altura de mi cintura. Perdí toda inhibición, mi lengua chupaba y besaba sus pezones, mis manos ansiosas recorrían todo su cuerpo, mientras frotaba mi superexcitado pene con su muslo. Paró mi frenesí con una fuerte palmetada en mi culo. “Tranquilízate, tenemos toda la noche para nosotros” me dijo a la vez que se apartaba de mi. Se tumbo sobre la cama boca arriba, “Vamos muéstrame lo que mi sobrino me dice que haces tan bien”. Claro que se lo mostraría! no podría nunca mas olvidar esta noche. Metódicamente comencé mis caricias, recorrí varias veces todo su cuerpo, a veces mis dedos y mis labios volaban ligeros como plumas, y otras y otras insistentes y posesivos, araban su cuerpo. Gemía, si él también gemía, su pene en el fondo de mi garganta, entre mis blancas piernas, varias veces me tuve que parar en seco, y retorcerlo y pellizcarlo con fuerza para detener un orgasmo inminente, su pene ya había derramado mas liquido preseminal, que yo podía derramar en un orgasmo. Yo no me podía tocar el pene, ni incluso rozarlo con su cuerpo, su punta estaba goteante, y siempre al borde del orgasmo, el mas ligero roce, me habría hecho correr. Me pidió una tregua, saco una botella de ron y sirvió dos vasos, volvió a encender la pipa de marihuana, nuestros cuerpos brillaban sudorosos. Poco a poco nuestros penes perdieron parte de su rigidez. Entonces me alargo el paquete.

“Vete al baño y ponte guapa”. Definitivamente mis conjeturas sobre el contenido del paquete, así como el de la carta se confirmaban. Me sentí humillado, además porque su ofensa gratuita cambiando mi genero?. Me puse rojo y a la vez rabioso, pensé en irme. Pero entonces me sonrío, puso una mano sobre mi hombro. “ Tu quieres hacerme feliz, no?”, me hizo girar, y con una fuerte palmetada sobre mi culo desnudo me lanzo hacia el pequeño baño, me volvi desafiante tocandome el culo caliente y dolorido, le mire lentamente de arriba abajo. “Es solo para que vayas aprendiendo quien manda aquí” dijo mientras con una mano agarraba su colgante pene. Mi pene me traiciono y comenzó a levantarse, él lo vio y relajo su mirada con una sonrisa. “Vamos mi chico guapo, haz lo que tengas que hacer”, y se volvió sentándose en la mesa. Yo seguía mirándole, rabioso y frotándome la nalga dolorida. Tomo de un solo golpe el vaso de ron, y comenzó a fumar la pipa sin volver la vista hacia mi. Me fui para el baño y cerré el pestillo de la puerta, me senté en la taza del baño a reflexionar. No me gustaba como me había tratado y no estaba dispuesto a consentirlo, sin embargo mi pene erecto no parecía opinar lo mismo. Su agresividad a la vez que me molestaba me excitaba. Abrí el paquete, efectivamente allí estaba la lencería, ropa interior, medias, tirantes, ligueros, braguitas, saltos de cama, petticoats, tangas, camisolas, blancos, negros rojos, tacones altos. Eran los regalos que de vez en cuando mi antiguo amante me había hecho, también había perfúmense, lubricantes, y maquillajes. Me lleve a los labios la seda perfumada de una camisola blanca semitransparente, con pequeños bordes de encajes. Recordé entonces la tarde que la estrene, fue la primera vez que me puse ropa interior femenina, el efecto de su tacto suave sobre mi piel, de la inmensa excitación que me produjo, los ojos brillantes de mi amante cargados de deseo, el descubrimiento de la capacidad de seducción de mi cuerpo, de cómo juntar las piernas, de cómo estirar los brazos por encima de mi cabeza, de cómo mover mi pelvis, de cómo sonreír. Frote la suave tela, sonreí, mire mi pene erecto, de su punta colgaba una gotita de liquido preseminal, con la punta de un dedo la lleve a mi boca y la saboree. Si, si, me vestiré con esa ropa, yo también sé como probarle que tengo poderes, y que sé como hacer para que haga lo que yo quiero. Después de esta decisión, me sentí mucho mejor, me duche con calma, imaginando su reacción cuando me vea arreglada. Si, si no me importa vestirme de chica, eso me excita, me gusta y me importa un cuerno lo que el resto del mundo opine sobre ello. Después me perfume, me puse la camisola, medias y liguero, tacones altos, mi pene que se había bajado con la ducha, se hincho un poco por el contacto con las braguitas. Aun así no es muy grande y entro entero. Por cierto, me hubiera gustado que fuera un poco mas pequeño sobre todo cuando esta erecto, me parece demasiado masculino así vestido en ropas femeninas. Maquillo un poco los ojos, los labios, las mejillas. También lubrico mi ano. Me miro en el pequeño espejo. Si, si, estoy muy guapo, y guapa, me gusto a mi mismo, me lanzo un beso a través del espejo, y me dispongo a conquistar un nuevo amante.

Abro la puerta del baño, él vuelve la cabeza, tiene la vista perdida, la botella de ron esta mediada, debe estar ya un poco borracho, no me importa, subo un brazo por encima de mi cabeza y lo apoyo en el quicio de la puerta. La otra mano en la cadera. Junto las piernas en una postura sexy, arqueo mi cuerpo, y sonrío seductor. Sus ojos brillan, su cara se ilumina, alarga una mano hacia mi. Me acerco lentamente sobre mis altos tacones, apoyo una mano en su hombro, me coloco entre sus piernas. Una de sus manos sube por detrás de mis piernas, rozando mis medias de seda, desde los tobillos hasta la zona de mi piel descubierta entre el final del liguero y las puntillas de mis braguitas, mi piel esta fresca y limpia, su mano calurosa se detiene gozando del contacto, miro como su pene cabecea y se levanta lentamente, le miro a los ojos sonriendo, su otra mano rodea mi cintura, y sube y baja palpando las formas de mi cuerpo a través de la tenue tela que me envuelve, respira profundo aspirando mi perfume. “Perdóname por si antes fui un poco bruto contigo”, me dice con voz ronca.

“No me importa, yo sé que vas a ser bueno, ya veras que feliz te voy hacer”, musito bajito en su oído, mientras una de mis manos acaricia su nuca. La mano que acariciaba mi pierna se introduce debajo de mi braguita y acaricia mis nalgas, su otra mano se introduce bajo mi camisola, y acaricia mi pezones. El contacto entre la áspera piel de sus manos calientes y mi piel suave y fresca me produce una excitación exquisita. Intento que ese momento se detenga, que mi deseo y el suyo no se desborden. Inclino mi cabeza buscando sus labios, apenas los rozo, mi lengua los lubrica. Me besa con fuerza, intento controlarlo, mi lengua penetra su boca, el olor a alcohol de su aliento, su perfume de macho. Le entrego mis labios, la punta de sus dedos, encuentra la entrada lubricada de mi sexo, su gemido de placer ahoga el mío, esta entrando en mi. Su otra mano cubre toda mi masculinidad, y la acaricia, o es mi feminidad la que se estremece entre sus dedos? Me dejo llevar por la ola, me entrego a él, por delante y por detrás, mi boca, mis labios, mi pene, mi culo, mi boca, todo mi cuerpo es suyo, ya no tengo nada mío..., mi entrega es incondicional. Se aparta de mi, intento acariciar su hermoso pene erecto, pero no, no es el momento, me lanza sobre la cama. Por un momento mi cerebro capta la escena, como una fotografía, como una sección singular del espacio-tiempo. Yo, desnudo, envuelto en exquisita ropa femenina, mis largas piernas abiertas y mi sexo erecto, mis brazos extendidos hacia él, mi sonrisa, mi mirada entregada. Su cuerpo musculoso, brazos, tórax, piernas, cuello, muslos, pene también erecto, deseo, deseo y pasión. Dos formas de masculinidad frente a frente. Universo a la espera, del momento mágico, entre el pasado y el futuro. Quien podría valorar la hermosura, la belleza, la magia, de ese momento?. El pene frontera limite de la masculinidad, a apenas unos centímetros, de la intimidad entre las trémulas semiesferas, las braguitas, bajadas, entre los hermosos muslos, envueltos en sedas femeninas de un hombre joven, lubricado, pene erecto, dispuesto, anhelante de una penetración, mil veces deseada. El ser o no ser de la sexualidad masculina, a la espera de su consagración suprema. El glande imponente terso, lubricado, entrando en contacto con la tierna hendidura entre las semiesferas prietas, perfectas, de un hombre joven, hermoso y dispuesto. Miro hacia abajo, la parte desnuda de mis piernas largas, blancas y hermosas, las braguitas bajadas a medio muslo, mi pene erecto. Me saca las braguitas del todo, yo subo las piernas. Me siento deseado, hermoso, femenino. Su lengua lame mi culo, me arqueo y me ofrezco, me penetra con ella. Recuerdo mis experiencias lamiendo el sexo de las chicas, como buscaba su placer, mi lengua jugando con sus pequeños clítoris, mi amante se adelanta a mis deseos, y su lengua ahora lame mi pene, miro como todo entra entero en su boca, mis piernas rodeando su fuerte cuello, como si fuera su chica. Una especie de languidez recorre todo mi cuerpo, me abro, dispuesto al sacrificio, al dolor imposible, lo deseo, y estoy dispuesto a aceptarlo, como si fuera m propia muerte. Quiero ser suyo, quiero ser suyo con toda la fuerza de mi alma. Quiero sentir como se abre mi cuerpo, como su hermoso pene penetra poco a poco en mi, como la parte interior de mi cuerpo es conquistada por otro cuerpo. No es la primera vez que ese milagro ocurre, mi primer amante, me hizo gozar muchas veces así. Pero si es la primera vez que un miembro tan monstruoso me penetrara, de un hombre que apenas conozco, de un gigante negro. Me siento femenino, infinitamente vulnerable y hermoso. Cierro los ojos, concentrando mi mente y mi alma en las sensaciones que me esperan. Noto la presión insoportable, abro mas las piernas, pero solo una pequeña parte penetra, muevo hacia fuera los músculos de mi ano, como si quisiera cagar, y entonces si, si, entonces ocurre el milagro. Un gemido interminable de dos seres fundidos en uno solo. Su pene, penetra y penetra, y barre de un solo golpe todas las barreras. Ya ocurrió, como si fuera la primera vez, que un ser esta dentro de otro ser, sus miradas se funden. Los ojos se abren. Esto es. Justamente esto debe ser lo que cuando éramos niños nos dijeron que era la felicidad, a pesar del dolor y tambien gracias a el. Busco sus labios, su lengua también me penetra. Rodeo con mis piernas su cuerpo. El es mio y solo mio, y le are feliz y me ara feliz. Se acabaron las tonterías, esta es la verdad, de mi deseo, de mi pasión, de lo mas intimo de mi ser. Ahora permanece inmóvil dentro de mi, me siento lleno, completo, le miro a los ojos, le sonrío, me sonríe, mueve un poquito su pene dentro de mi, lo noto profundamente, el dolor se fue, ya solo me dejo envolver por un mar de placer. Busco sus labios, nuestra lenguas juegan, y poco a poco su cuerpo se pone en marcha, y el campo de mi cuerpo se llena de flores, de luz y color, entra y sale lentamente, largas e interminables embestidas, que soporto y deseo. De vez en cuando para un poco, y soy yo el que se mueve, el que comprime el esfínter buscando dar mas placer. No sé cuanto tiempo llevamos así. Estamos los dos en trace, probablemente la marihuana, el ron, el deseo insatisfecho, la soledad, el miedo, todo junto. Desaparece el resto del universo, solo nuestros cuerpos y nuestras mentes, junto entrelazados, hechos un solo ser. Gemidos, palabras de amor junto al oído, mas, mas, mi amor, si, si, si. Luego sus penetraciones se hacen mas profundas, mas violentas, siento como si su enorme pene atravesara mi cuerpo de un extremo a otro, retuerzo sus pezones, araño su espalda, quiero que se corra, que llene todo mi cuerpo con su esperma, que, que, que,…, engendre en mi un ser nuevo.

De repente siento que soy yo quien se esta corriendo, y sin tocarme!,y comienzo a gemir, y a gritar con una voz que no me reconozco, una voz entre femenina e infantil. Noto como los espasmos de mis esfínteres comprimen su pene, como se hunde en mi mas profundamente, a la vez que de su garganta sale un sonido grave y profundo, casi bestial. Después no recuerdo nada mas, hasta que despierto, todo su cuerpo me cubre y aplasta, pero sigue dentro de mi, su respiración es profunda, debe de haberse quedado dormido. Así aplastado, poseído, me siento feliz. Ahora no quiero pensar en mañana, no quiero pensar en lo que ocurrido, ni en sus consecuencias, solo me quiero concentrar en este momento. Las piernas de estar tanto rato abiertas me duelen un poco, intento recolocar mi cuerpo, acaricio su cuello y su espalda. Él poco a poco se va despertando, y luego lentamente se gira sobre si mismo, y yo ahora me encuentro encima de él. Pegada a mi cuerpo y arrugada esta la camisola y el resto de lencería femenina, el maquillaje debe haberse corrido, me intento desmontarme para ir al baño a arreglarme. Pero él me sujeta, y noto como su pene comienza a crecer en mi interior, me incorporo, mi pene también crece, en un momento estamos de nuevo los dos erectos. Me muevo un poquito, y toco con mi mano nuestra unión, me levanto un poco y dejo al descubierto un trozo de su grueso balamo, lubricado, por nuestro sudor y por el esperma que deposito en mi interior. Lo cabalgo, al principio muy lentamente, arriba abajo, dentro fuera, no me molesta nada, estoy maravillado como mi cuerpo se ha adaptado a su enorme pene, no pensé que pudiera ser tan fácil y perfecta nuestra unión. Luego como consumada amazona, lo llevo al paso, yo marco el ritmo, y el caballito obediente se deja llevar. Ahora al trote, entra y sale, entra y sale, que enorme placer, mi pene erecto se mueve también al ritmo de nuestra copula, pero cada vez yo controlo menos y él más. Sus dos grandes manos sujetan mi cintura, incorpora su torso, apoyo mis manos sobre sus musculosos hombros, me mira a los ojos, le sonrío, busco sus labios, aumenta el ritmo, yo ya no controlo nada. Ahora al galope, al galope, a rienda suelta. Mi caballito desbocado me arrastra, hacia las praderas del placer mas intenso, junto al río bravo. Me arqueo hacia atrás, y grito de placer a la vez que mi pene descarga ráfagas de semen sobre su cuerpo. Me sujeta la cabeza entre sus manos, hunde su pene en mis entrañas, y su lengua en mi boca, y mi caballito loco se corre dentro de mi.

Apenas acaba, me desmonta, corre hacia el baño, me dice que llegara tarde al trabajo, y cuando me quiero dar cuenta ya se ha ido. Son las seis de la mañana, y yo me encuentro muy cansado pero feliz, mi cuerpo sudoroso, el fuerte olor a semen y sudor, cierro los ojos y me despierto dos horas mas tarde. También a mi se me ha hecho tarde, tengo que volver al Hostel. Yendo hacia el baño noto como el esperma de mi amante resbala por mis piernas. Con una de mis manos intento retenerlo e impedir que se derrame sobre el suelo. Ya en el plato de la ducha lo dejo salir, espeso y caliente, me lo llevo a los labios, lo saboreo con mi lengua, me gusta el olor y el sabor. Mi mente se recrea en la pasada noche, mi pene comienza a ereccionarse, y allí de pies en la ducha, me doy placer con mis manos lubricadas con semen, una sobre mi pene y los dedos de la otra penetrando en mi lubricado y dolorido ano. Al salir por la puerta, en el suelo, me encuentro una llave, y nota que dice: “Para cuando quieras volver” Durante toda la mañana, voy limpiando habitaciones como un sonámbulo, recordando todos los detalles de la noche anterior, y tengo que recolocarme el pene con frecuencia. Esta claro que ha sido una vivencia muy especial, el placer que me dio mi nuevo amante, me pareció muy superior a lo que había tenido con su sobrino, estaba en otro nivel, en otra categoría. Esta nueva relación colmaba mas plenamente, tanto física como psicológicamente, toda las necesidades sexuales que podían vivir en mi. De hecho me sentía envuelto en una nueva sensación que no había sentido con mi antiguo amante, era algo mas que sexo lo que sentía. Sensación de querer y ser querido, deseo intenso de quererme entregar sin condiciones. Quería volver a estar con él, y no solo para follar, quizás eso tuviera algo que ver, con la soledad y angustia respecto a mi futuro, que mi estancia en Londres, inútil y sin sentido, agudizaba dia tras dia, especialmente desde que se fue mi antiguo amante. Él era mas bien un compañero, y no había mucha diferencia de edad, y tampoco cultural. Con su tío todo era distinto, me doblaba en edad y fuerza, podría ser mi padre, con él me sentía mas femenino, mas protegido. Recordé el respeto con el que lo saludaron los traficantes de drogas que me acosaron a la puerta de su casa. Si, definitivamente volvería a su casa antes de que el volviera del trabajo, limpiaría todo, prepararía una buena cena, me pondría algo muy sexy. La sola idea de volverle a ver me dejaba temblando de excitación. El único problema es que probablemente cuando llegase, estuvieran a la puerta los tres traficantes, especial miedo me daba el que me dio el palmetazo en el culo. Sin mi protector, podrían intentar retenerme, obligarme a ir con ellos, raptarme, drogarme, violarme,…. Imaginando los posibles sucesos me sentía ahogar de miedo, pero extrañamente, también de excitación. ¿Qué hacer? Por otra parte sentía que mi estancia en Londres ya tenia que finalizar, que tenia que volver a casa y reanudar mi vida, intentando borrar todo lo vivido allí.

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